Breve y entretenido, no hace falta más
Sin grandes aspiraciones filosóficas sobre la trascendencia de encontrarse con una inteligencia desconocida, La cosmonave perdida nos sumerge en una historia de acción con toques de misterio en formato de novela corta. Leer rápido, disfrutar rápido.
Exploremos un poquito este universo.
Todo gira en torno a una nave...
El núcleo de la trama es el descubrimiento de una cosmonave perdida mucho tiempo atrás y que Chaka Gutionov, adorable y codicioso contrabandista piensa reclamar como premio. Mientras soluciona el papeleo legislativo, con ayuda de un memorable policía/abogado de aspecto aracnoide, dos personas más se ven implicadas: una exploradora que afirma que la nave es propiedad de su gobierno y un político que ya había estado antes en esa nave. Una nave que vio destruirse.
El misterio que rodea al pasado y el presente de esa nave es la trama de esta pequeña novela que, aunque predecible en muchos puntos resulta tremendamente amena. En cierto modo, y con satisfacción por ello, recuerda a la primera parte de Los viajes de Tuf.
Ritmo y personajes
El buen ritmo de la novela no se debe a la narrativa del autor, sino a los diálogos de los personajes, que nos van llevando con agilidad a través de las páginas de la novela. Las opiniones enfrentadas, motivadas por los propios intereses de cada uno, le dan un óptimo ritmo que hace que el lector desee llegar a la conclusión.
Los personajes son brevemente introducidos, pero es través de sus propias palabras cómo llegamos a conocerlos.lo cual es de agradecer: que nos muestren en lugar de contar. Muy bien trabajado el insufrible Tenok Pol, un personaje que destripa con tanta elegancia el castellano que es imposible enfadarse con él.
Preludio al universo
Si bien esta novela es autoconclusiva y puede leerse de forma independiente, está claro que es el prólogo de una obra más grande y ambiciosa. Lo cual, en este caso, está bien; porque el estilo literario del autor incita a leer más de él, y esta pequeña novela cumplirá su función a la perfección: atraer lectores.
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